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lunes, 22 de diciembre de 2014

Los más grandes del verano.

El verano se antoja siempre como una época complicada para dar con peces grandes. Aunque supone por otra parte una de las épocas más divertidas para pescar. Esas tardes calurosas que van dejando paso a la noche suelen deparar en muchas ocasiones alguna grata sorpresa.

Una mañana de Julio me decidí a acompañar a unos amigos que querían dedicar la jornada a pescar ciprínidos. Yo comencé la mañana como ellos, pero a eso de las diez no pude resistirme y monté el pato para dedicarme a pescar el pez que más pasión me despierta, el bass.

No conocía el escenario.El día era típico de verano, aunque había amanecido con temperaturas suaves, en pleno Julio, con el sol brillando secundado por un puñado de nubes. Una suave brisa comenzó a levantarse justo momentos antes de entrar al agua por lo que decidí montar un buzzer para pescar una punta en la que me había estado fijando desde que bajé del coche. Sólo hicieron falta dos lances ajustados a los juncos de la punta para arrancar la picada de este extraordinario pez(2.200 kg). Una picada de las de pez gordo. Se comió el buzzer casi sin sapicar.



La mañana tomaba un cáliz que jamás hubiera imaginado la noche anterior. Seguí pescando la zona de manera rápida hasta toparme con algún otro elemento que despertase mi confianza. Así llegué a toparme con un árbol que en primera instancia me dio un bonito pez con el buzzer, pero que, después del anterior no era digno de mención. La actividad cesó en torno al buzzer y como el aire seguía moviendo el agua y los peces estaban por la labor de comer arriba monté un Anthrax, un señuelo de superficie que consta de una hélice y que a cada tirón se introduce unos centímetros en el agua. El Anthrax me gusta traerlo a tirones bruscos, realizando pausas, casi nunca de manera lineal.
Al segundo lance con dicho señuelo cerca de la base del árbol obtuve la picada de el bass más grande que ha sacado nunca del Guadiana. Mucho más delgado que el anterior pero mucho más largo, al final pesó 200 kg más.





Este otro pez me dejó un sabor un tanto amargo, no por el pez en sí, que peso algo más de 2.200 sino por los peces que en aquellos momentos pude haber pinchado. Unos momentos de actividad frenética que no pude aprovechar. Este pez lo conseguí engañar con un magnum fluke, un señuelo muy selectivo y que en este momento de actividad me permitía diferenciar entre peces grandes y pequeños.



Alguna semana después, todavía inmersos en pleno verano arranqué la picada más espectacular que he tenido este año. El año pasado fue mucho más fructífero para mi con una de las técnicas que más me gusta emplear en verano, la pesca con ranas. Este pez arremetió con una violencia brutal a una rana manejada a toda velocidad por encima de las algas. Es cierto que se pierden muchas picadas con las ranas, pero no creo que sea porque algunas porten un solo anzuelo simple sino más bien por el nerviosismo del pescador al clavar de inmediato nada más visionar el ataque. Una caña heavy, un fluorocarbono de 20 lb(o más), y un poco de paciencia para dejar que el pez emboque el señuelo son aquí las armas claves para acabar de llevar el pez a las manos. Delgado y ciego, pero enorme.






Algún que otro pez bonito del verano:
















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