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lunes, 4 de enero de 2016

Primera salida de 2016: esto no es invierno (?)

Ayer me enfrenté a la primera jornada del año tras el blackbass sabiendo que, como siempre en estas fechas, arrancar simplemente una picada iba a ser harto complicado. A decir verdad, iba con más esperanzas dado este suave invierno, aunque el día en concreto no acompañaba demasiado: las temperaturas habían bajado ligeramente y las nubes y la lluvia nos incomodarían buena parte de la jornada. Aún con esto, el día fue de lo más entretenido.

Nada más meternos en el agua, después de embarrar caminos (de varias maneras), pude notar la primera descarga desde el extremo de la línea. Al segundo lance ya había tenido una picada, demasiado agresiva, que no se volvió a repetir. Lo seguí intentando de la misma forma, produciéndose varias picadas más hasta conseguir ver el primer pez. Ese primer pez no conseguiría llevármelo a las manos, solo se acercó casi hasta mis aletas para perseguir mi señuelo, entregándome la llave del que a la postre sería el mejor pez del día.

Uno acude a pescar en estas fechas (3 de enero) con la consciencia, y el rigor que te da la experiencia, de que los peces deben andar muy inactivos, parados en sus apostaderos, realizando el menor gasto calórico posible para comer. Pero yo ya no sabía si estaba en plena prefreza o en lo más crudo del invierno.

Fueron saliendo algunos peces con vinilo, pescando tal y como habíamos pensado en un principio. De entre peces pequeños apareció un buen pez en manos del amigo Blas, que también logró comenzar el año a lo grande.



Después de ese notable pez se produjo un parón que coincidió con la hora del bocadillo. Repusimos fuerzas (unos más que otros) y de vuelta al lío.
Las picadas se tornaron mucho más difíciles de conseguir por la tarde, desapareció por momentos el aire y hubo un pequeño bajón de las temperaturas acompañado de llovizna. Así, volvimos a presentarnos en la zona que nos había ofrecido el mejor pez del día, y no tardó en hacer aparición otro pez de cierto tamaño.




Alertado por aquel animoso pez que había conseguido ver a la carrera por la mañana, me propuse pescar con spinnerbait, un señuelo quizás más apropiado para otras fechas pero que el sentido común me hacía proponer a los peces. De esta forma, a los pocos lances pude notar una tremenda picada que en un primer momento me pareció de un buen bass pero que enseguida quise advertir como de un lucio.
Fueron unos segundos de unos arranques por el fondo muy brutos. El pez en ningún momento subió a la superficie, no tenía ganas de acrobacias. Llegado un punto en la pelea fui yo el que conseguí levantarlo para ver de qué pez se trataba, observando como un enorme bass, amarillento, prendía de mi spinner. Fue entonces cuando Blas, hábil con la sacadera, logró agarrarlo.





No estuvo tan hábil con la cámara, o sí, ya que todas las fotos salieron borrosas gracias a una gotita posada en el objetivo. Menos mal que el más perjudicado fui yo y mi cara, el pez se ve bien en alguna.

Luego, la lluvia nos hizo encaminarnos al coche, pescando rápido sin obtener ninguna respuesta más, pero “es enero, qué más se puede pedir”.