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NUEVO RÉCORD DE BLACK BASS

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BLACK BASS PREFREZA EN PEQUEÑAS MASAS DE AGUA

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¿YA NOS OLVIDAMOS DEL SENKO?

Ya no se habla del senko, o se quiere hablar. Modas.

UN BUEN SUSTO

En el momento más inesperado me topé con un enorme barbo que puso a prueba mi equipo

domingo, 26 de junio de 2016

¿Por qué no pican en junio?

Sólo hay que echar un rápido vistazo al Facebook o a la tabla clasificatoria de las competiciones de bass realizadas en junio para darnos cuenta de que no es uno de los mejores meses para disfrutar del black bass.  Pero, ¿por qué?

Yo siempre tiendo a relacionar la actividad del bass con los patrones estacionales. En este caso, junio es un mes claramente de postfreza: los peces comienzan a abandonar las orillas y más adelante se van colocando en posturas veraniegas. Es por eso, por ser un mes de transición, que los resultados suelen resultar muy poco pronosticables, pudiendo encontrar peces en multitud de enclaves, sin un patrón claramente definido, aunque en mi experiencia sí que podemos establecer algunas pautas para tener un buen porcentaje de éxito en según qué circunstancias.

En ésta época puede parecer que los peces se olvidan de comer y se limitan a descansar de las tareas llevadas a cabo anteriormente. Comerán en momentos concretos, y seguramente menos de lo que deberían. No resulta extraño encontrarse en estas fechas con peces extremadamente delgados debido a esa alimentación esporádica.



Como casi todo el año, los mejores momentos se sucederán a primera hora de la mañana y a última de la tarde. Sin embargo, en concordancia con ese errático comportamiento, no es descartable localizar grandes peces en las horas más centrales. El pez de la foto que muestro a continuación, por ejemplo, fue capturado al mediodía en una zona de apenas medio metro de profundidad.

Bass capturado con superfluke en una zona de sombra


Eso sí, aguardaba en una zona de sombra, resguardada de cualquier ajetreo. Son estas zonas de sombras, tranquilas, los mejores apostaderos para el bass en estas fechas. Del mismo modo, podremos encontrar buenos peces, como casi siempre, rondando las coberturas más densas, en las que habremos de engañarlos por reacción, introduciendo nuestro señuelo de forma meticulosa entre cada rama.

Un aspecto capital en estas fechas es adaptar nuestras técnicas al comportamiento del bass. Si eres un pescador de “power fishing” y no recibes ni una sola picada en todo el día pescando de esta forma no es que “los peces no pican”, sino que no estás pescándolos de la forma correcta.

Conviene manejar los señuelos de forma más lenta de lo que lo hacemos habitualmente, dando oportunidad a esos peces “pasotas” de tomar nuestro engaño. Yo, que soy un pescador bastante inquieto, a veces, previendo también esa actitud cambiante de los peces, prefiero optar por tocar muchas zonas de forma más rápida hasta dar con algún pez activo. Esta actitud me ha dado buenos resultados en jornadas en las que pescar metódicamente la zona que parecía idónea no producía picadas, o las que producía no eran francas. Así, por ejemplo, logré hacerme con este "rollizo" pez de algo más de dos kilos, que agarró con fuerza mi jig cerca de unos pequeños algueros nada más tocar el señuelo el agua.







Según se acerque el verano para el bass irán cambiando de comportamiento, suspendiéndose y siendo relativamente más sencilla su pesca, ya que su actividad aumentará. En cualquier época, por supuesto, no podemos obviar la oportunidad de encontrar a los peces en las estructuras más claras de nuestros sitios de pesca. Los desniveles, cauces, islas, lenguas…serán siempre apostaderos que albergarán peces en mayor o menos grado de actividad.


Ahora solo queda tirar de paciencia, mentalizarse la noche anterior de que engañar un solo bass estará complicado, y tratar de adaptarnos a las condiciones concretas del escenario y todo lo que en él acontezca en nuestra jornada. Que la suerte os acompañe.





domingo, 12 de junio de 2016

Tras las grandes hembras de postfreza

Hace ya alguna semana pude pegarme un homenaje de los que todo pescador debería disfrutar al menos una vez al año. Me tocaba ir sólo, a una zona notablemente concurrida y con unos peces que, era de suponer, estarían muy “tocados”.

La mañana no arrancó de la mejor forma, ya que me tocó dejar el coche a muchos minutos andando de la zona de pesca y, para mayor desdicha mía, tuve que hacer el camino caminando entre la primavera. Así, yo, que soy un inconsciente, acabé con el pantalón de chándal y  las zapatillas tal y como si me acabase de pegar un baño con ropa. Deseando que el sol azotase con fuerza para que se me secase la ropa proseguí andando hasta llegar a una zona que me inspirase confianza, ya que las zonas recién inundadas por la crecida repentina del embalse no parecían albergar peces, y menos teniendo en cuenta la época en la que nos encontrábamos, en la que la distancia de los peces con respecto a la zona de freza no suele ser excesiva.

La mañana no comenzaba bien: calado, cansado, y con la alergia haciendo acto de aparición, tampoco me acompañó la suerte en el primer lance pesquil de la mañana, que se saldó con un buen bass escupiendo mi jerkbait blando delante de un arbolito; no volví a saber de ese pez.
Para pescar desde orilla, en esta fecha, me gusta llevar dos cañas, una médium heavy y una médium light de spinning para pescar con señuelos más reducidos si la cosa se pone fea.

Fui sacando varios basses de tamaño medio hasta llegar a una zona de pizarras que proporcionaban una sombra en la que había, al menos, dos metros de profundidad. Lanzo pasadas las pizarras, dejo caer el vinilo lentamente y mientras va cayendo veo como un buen bass se lo zampa con parsimonia y tranquilidad, como degustándolo, así que con la misma tranquilad clavo. El lío vino después, y es que lo había clavado con la caña de finesse y un flurocarbono de 5 libras que debía sobrevivir a un pez de casi dos kilos y medio y a una retahíla de pizarras y ramas…Tras una lucha de esas en las que pocos puedes hacer aparte de intentar reconducir al pez levemente donde tú quieres, logro hacerme con un pez enorme, una hembra desovada que no llegué a medir, pero que se antojaba larguísima. Tras unas pobres autofotos y un vídeo, al agua de nuevo. 2'450 pesó finalmente.



Luego, las picadas se fueron sucediendo, la mayoría de ellas de peces de buen tamaño, rondando el kilo y medio. La técnica fue variando a lo largo del día, pasando de tomar con franqueza jerkbaits blandos, a comerse el jerk duro totalmente parado o, con el sol en todo lo alto, a sólo hincar el diente a pequeñas lombrices a la caída.



Una jornada de lo más entretenida, que acabó con la rotura de línea de otro buen pez que, tras ser clavado, se dirigió rápidamente a un árbol en el que defenderse.



domingo, 10 de abril de 2016

Desde barca no pican

Desde barca no pican. Ni desde pato, ni desde orilla. Al menos ese día.

¡Qué día!

Un día casi idílico, al menos para nosotros. Finales de marzo, los peces "supuestamente" en prefreza y con la obligación de alimentarse, pensábamos nosotros. Con un sol radiante y una ligera brisa.
El resultado tras tocar minuciosamente multitud de enclaves del embalse fue de cero. Y no fue por no intentarlo. Estructuras de profundidad, puntas principales, secundarias, reculas largas, reculas cortas, con arroyos, sin ellos, con algas, sin ellas...
Solo un par de picadas infructuosas en todo el día...Eso el que tuvo más fortuna, que es también casi siempre el mismo, y no puede ser casualidad.

Pero como bien nos tienen acostumbrados, estos peces son imprevisibles. A veces, incluso, parece que se ríen de nosotros. Aunque al final todo guarda cierta lógica.

Ya casi dando por finalizada la jornada, nos bajamos de la embarcación a saludar a unos amigos que pescaban desde orilla y que habían tenido prácticamente idéntico resultado.
Entonces, le pido a César (que llevaba al igual que yo todo el día sin picada) su caña. Era solo por verla y comprobar qué tal lanzaba el carrete. El equipo era una maravilla: Daiko Borroughs y Daiwa T3, así que me animé a echar un lance. El primero fue excesivamente corto ya que el carrete estaba sin hilo, así que recogí rápidamente para procurar hacer uno largo que al menos me diese alguna opción de catar uno de esos esquivos peces.

Lanzo lo más lejos que puedo, dejo caer el superfluke al fondo y le imprimo un par de toques para que ejecute su característico zigzag. Lo vuelvo a dejar caer, y entonces, mientras asisto con estupor, veo como la línea comienza a desplazarse lateralmente de manera rápida. Confirmo que hay algo al otro lado y clavo con fuerza. La caña hace el resto. Unos cuantos saltos después, y entre las risas y la normal incredulidad del personal, allí estaba la bonita hembra que puso el broche a un día de pesca duro. Pero duro de los de verdad.



Aunque no todo es suerte, ni fortuna ni, por supuesto, casualidad. Ese pez no estaba allí por accidente para arreglarme el día. Lo estaba porque la zona guardaba comida, un pequeño escalón de acceso al cauce del arroyo, y unas pizarras de lo más sugerentes.

La casualidad fue mía, no del pez.




lunes, 4 de enero de 2016

Primera salida de 2016: esto no es invierno (?)

Ayer me enfrenté a la primera jornada del año tras el blackbass sabiendo que, como siempre en estas fechas, arrancar simplemente una picada iba a ser harto complicado. A decir verdad, iba con más esperanzas dado este suave invierno, aunque el día en concreto no acompañaba demasiado: las temperaturas habían bajado ligeramente y las nubes y la lluvia nos incomodarían buena parte de la jornada. Aún con esto, el día fue de lo más entretenido.

Nada más meternos en el agua, después de embarrar caminos (de varias maneras), pude notar la primera descarga desde el extremo de la línea. Al segundo lance ya había tenido una picada, demasiado agresiva, que no se volvió a repetir. Lo seguí intentando de la misma forma, produciéndose varias picadas más hasta conseguir ver el primer pez. Ese primer pez no conseguiría llevármelo a las manos, solo se acercó casi hasta mis aletas para perseguir mi señuelo, entregándome la llave del que a la postre sería el mejor pez del día.

Uno acude a pescar en estas fechas (3 de enero) con la consciencia, y el rigor que te da la experiencia, de que los peces deben andar muy inactivos, parados en sus apostaderos, realizando el menor gasto calórico posible para comer. Pero yo ya no sabía si estaba en plena prefreza o en lo más crudo del invierno.

Fueron saliendo algunos peces con vinilo, pescando tal y como habíamos pensado en un principio. De entre peces pequeños apareció un buen pez en manos del amigo Blas, que también logró comenzar el año a lo grande.



Después de ese notable pez se produjo un parón que coincidió con la hora del bocadillo. Repusimos fuerzas (unos más que otros) y de vuelta al lío.
Las picadas se tornaron mucho más difíciles de conseguir por la tarde, desapareció por momentos el aire y hubo un pequeño bajón de las temperaturas acompañado de llovizna. Así, volvimos a presentarnos en la zona que nos había ofrecido el mejor pez del día, y no tardó en hacer aparición otro pez de cierto tamaño.




Alertado por aquel animoso pez que había conseguido ver a la carrera por la mañana, me propuse pescar con spinnerbait, un señuelo quizás más apropiado para otras fechas pero que el sentido común me hacía proponer a los peces. De esta forma, a los pocos lances pude notar una tremenda picada que en un primer momento me pareció de un buen bass pero que enseguida quise advertir como de un lucio.
Fueron unos segundos de unos arranques por el fondo muy brutos. El pez en ningún momento subió a la superficie, no tenía ganas de acrobacias. Llegado un punto en la pelea fui yo el que conseguí levantarlo para ver de qué pez se trataba, observando como un enorme bass, amarillento, prendía de mi spinner. Fue entonces cuando Blas, hábil con la sacadera, logró agarrarlo.





No estuvo tan hábil con la cámara, o sí, ya que todas las fotos salieron borrosas gracias a una gotita posada en el objetivo. Menos mal que el más perjudicado fui yo y mi cara, el pez se ve bien en alguna.

Luego, la lluvia nos hizo encaminarnos al coche, pescando rápido sin obtener ninguna respuesta más, pero “es enero, qué más se puede pedir”.