
Resulta manido el comentario que utilizamos los pescadores para referirnos siempre a la libertad y a la vía de escape que nos supone estar a pie de agua. Pero es que no hay nada más cierto.
Atrapado en Madrid, disfrutando del metro y sus gentes, uno valora hasta los altares la capacidad de poder regresar a Extremadura y gozar de una jornada de pesca.
Para mí lo secundario nunca suelen ser los peces, sería un ejercicio de hipocresía expresarme...