
Subir y bajar, para después volver a subir. Ese fue el
transcurso emocional de un rato de pesca que no supuso más de dos horas, de las
que pescando peces estuve sólo media. La otra pesca fue mucho más
trascendental.
Tenía poco tiempo para terminar la tarde y decidí hacerlo en
un lugar que me trae muy buenas sensaciones. Un sitio de esos en el que tienes
depositadas siempre infinitas esperanzas, del que sabes de su potencial, y que
ya te ha brindado...